martes, 17 de enero de 2012

De tantas formas siento miedo que prefiero no salir .

Cerré los postigos, escuché las primeras frases de la canción y sucumbí totalmente ante esos pensamientos tan típicos míos. Ya desde el mensaje que recibí a tan temprana altura del día, demasiado temprana para amargarme diría yo, supe que todavía me quedaba un día más por aguantarme a mí misma y a todo lo que en este momento taladra mi mente. "Lo dejamos para mañana". Ok, perfecto. No sé si acto seguido a mi respuesta me habrá encajado una excusa o una verdad, el solo hecho de plantearme esa pregunta tan desconfiada (justificada o no) me pone de mal humor. 
Así que bueno, cansada de extrañarlo por casi una semana, cansada del calor agobiante de mi casa, cansada de mí, cansada de las pelotudeces ajenas que por alguna razón siempre me termino fumando, cansada de estar a solas conmigo otro día más, me dejé llevar por la corriente a ver si por lo menos podía sacar una buena reflexión de todo esto.
Me tiré en la cama a pensar, a recordar las palabras de un amigo la noche anterior, "No te amargues tres meses antes de que pasen las cosas, disfruta el hoy" y ahí me encontraba en un puro anticipo a la catástrofe que me esperaba por 2012 y con Ricardo Arjona de fondo.
No es que sea partidaria de estas conductas masoquistas, poco a poco pude dejar atrás ese carácter, pero hay veces en que el pasado no golpea antes de entrar.
El ver con mis propios ojos como me fui volviendo invisible y fui dejando de ser necesaria para una amiga no es algo que me guste sentir. "Me enseñaste" de fondo no ayuda mucho al asunto, es de esos temas que te escupen una historia en la cara sin que puedas hacer algo al respecto.
El saber que me espera otro año rodeada de desconocidos, otro año cada vez un poquito más sola, otro año viendo a la gente felizmente reunida en grupos adelante de mí mientras me limito a contemplar como no encajo en ningún lado me hace querer parar el mundo y bajarme.
Y la gente que me dice "Bueno, che, me tenés a mí..." también.
No me jodan. No me rompan más las pelotas. 
Me tienen harta ustedes y su hipocresía. Una de cada diez personas que me dicen eso saben realmente lo que es estar en mis zapatos, una de cada diez personas que me dicen eso realmente se quedan al lado mío en estos momentos de querer mandar a todos a hacerse dar por ciento cincuenta negros sudafricanos.
Estoy sola acostada en mi cama, aburrida, abrumada, histérica y dominada por un sentimiento poco fundamentado de pura incomprensión. Carezco de motivación para cambiar todo eso, así que no voy a hacer absolutamente nada.
Lo extraño y sentir que eso está mal me desconcierta. Eso es lo que se supone que personas que se quieren lo hacen cuando se distancian mucho tiempo. Extrañarse. Pero se me hace que el sentimiento es mucho mayor de mi parte y eso me hace enojarme, sumando el enojo a la bola de emociones que tengo en el estómago en este momento y eso no es nada copado. Porque no sé a quien dirigir ese enojo y alguna cagada me termino mandando.
Quiero estar ahí, tirada sin hacer nada productivo pero con él al lado mío, charlando acerca de los lugares a los que deberíamos viajar antes de morir o de donde vienen las estrellas. Sintiendo que estoy bien así y no necesito nada más, olvidándome de las cosas que me hacen mal.

Pero bueno, resulta que otro día más... 
Dando vueltas, sola, con la luz del patio reflejando en el piso el hermoso día que me niego a dejar entrar, mientras no hago más que escribir tonterías y escuchar desde la otra computadora una lista de reproducción muy poco digna de ser escuchada por alguien... esperando que algo cambie de una vez. Esperando que algo se mueva, se transforme. Pero siendo consciente que son pocas las cosas que dan un giro sin que yo mueva algún músculo para que eso suceda.
Dejando fluír mi histeria con la esperanza de que todo esté mejor para cuando caiga el sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario