Nunca, nunca vamos a saber las razón de nuestra existencia... Podemos saber cómo, dónde, cuándo y de qué manera estamos acá... pero el para qué, es una respuesta que solo conocen los valientes: NO SÉ. La única solución posible creo que es seguir nuestros sueños. Tener el valor de dar los pasos que siempre deseamos es la única manera de demostrar que confiamos en Dios.
Y creo que en el instante que aceptamos esto, la vida pasa a tener para nosotros sentido sagrado, porque se comprende que la mayor grandeza que un ser humano puede experimentar es la aceptación del misterio.
Tan solo es entregarnos enteros a cada instante, sabiendo que siempre existe una mano que nos guia y nos queda aceptarlo o no.
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